lunes, 10 de junio de 2013

Moralidad masculina, solo un acto de maldad contra la mujer




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Vale la pena en primera instancia contarle que soy feminista, y defiendo los derechos de las mujeres y estoy de acuerdo en todos los actos y decisiones que ellas tomen siempre y cuando no le causen daño, así que para mi no existe ningún estereotipo social hacia nosotras, y esto va para todos los aspectos sea por su trabajo, en su vida o en cualquier aspecto personal; es por esto que publico cierta información que muchas veces me enferma en verdad, pero sirve para reflexionar y tratar de cambiar como madres, esposas e hijas la convicción de las cuales hemos sido presas desde tiempos inmemoriales.

"La mujer ha sufrido el peso de una sociedad machista, en donde se educa a las niñas para que no sean violadas en vez de educar al niño para que no viole (Acá llegan los genetistas, algunos religiosos,  a decir que los violadores tiene un gen violador). La sociedad está tan reprimida que ahora parece un cúmulo de enfermos que solo buscan satanizar el sexo y siempre negar la posibilidad al resto de disfrutar sanamente de la sexualidad."

Aún ponemos la virginidad a prueba



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No deja de asombrar que, aún hoy en día, muchos hombres se sientan con el derecho de poseer de forma exclusiva a la mujer. Este derecho de propiedad exclusiva exige de una mujer no casada que sea virgen. La virginidad garantiza que una mujer no ha pertenecido a ningún otro hombre pudiendo entonces pasar a formar parte de sus adquisiciones.

 En muchos países una mujer que no cumpla con este requisito, es decir una mujer soltera que ha perdido la virginidad, traerá consigo la huella del comercio sexual con otro u otros hombres. Una mujer así es depreciada y este desprecio es tal que si fuese violada no encontraría mecanismos institucionales para hacer justicia. El discurso dominante le haría sentir que ella, con sus actos lascivos, conjuró su propio destino. La prueba de virginidad no solo es un mecanismo para corroborar cuan “honorable” es una mujer sino también es una perversa forma de sostener el monopolio de hombres sobre mujeres.



¿DELITO SER LESBIANA?









María, a sus 21 años, es una lesbiana fuerte y valiente que ha sobrevivido a violencias incomprensibles: que la insulten y le peguen en la calle, que la violen para convertirla en "mujer", que ese crimen quede impune, y que ahora también quieran imposibilitar sus ganas de progresar. El Estado peruano tiene una enorme deuda con ella y con toda la comunidad LTGB que hasta ahora, irresponsablemente, se niega a cumplir. ¿Hasta cuándo lesbianas, gays, trans y bisexuales seguiremos siendo víctimas de tanta violencia?



 

LA VIOLENCIA DE GÉNERO NO SOLO 

SON GOLPES

Aunque la violencia de género tiene mil caras, las administraciones públicas muestran sobre todo una de ellas, sin duda la más dramática y evidente a nuestros ojos: la violencia física en su grado máximo y los asesinatos de mujeres. Creemos que esta es la punta de un iceberg mucho más amplio que se alimenta de la desigualdad generada por diversas instituciones de la sociedad, como el trabajo, la educación, la medicina, el ejército, los medios de comunicación o la iglesia. Sin embargo, estas otras formas de violencia estructural de género no reciben tanta atención por parte de las administraciones ni son fácilmente percibidas por la población, lo que constituye una contradicción y un obstáculo para conseguir una sociedad verdaderamente libre de violencia hacia las mujeres.

  Estadísticas según la ONG

  • entre el 15% de ellas en el Japón y el 70% en Etiopía y el Perú referían haber sufrido a lo largo de su vida violencia física o sexual perpetrada por su pareja;
  • entre un 0,3% y un 11,5% referían haber sufrido violencia sexual perpetrada por alguien que no era su pareja después de cumplidos 15 años;
  • la primera experiencia sexual había sido forzada en muchos casos (17% en la Tanzanía rural, 24% en el Perú rural, y 30% en zonas rurales de Bangladesh).
Factores de riesgo

Los factores asociados específicamente a la violencia sexual destacan:


  • la creencia en el honor de la familia y la pureza sexual;
  • las ideologías que consagran los privilegios sexuales del hombre, y
  • la levedad de las sanciones legales contra los actos de violencia sexual.

La desigualdad de la mujer con respecto al hombre y el uso normativo de la violencia para resolver los conflictos están estrechamente asociados tanto a la violencia de pareja como a la violencia sexual ejercida por cualquier persona.


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